Un refugio exclusivo y natural

Se trata de un destino de lujo. Fernando de Noronha es un archipiélago volcánico ubicado en el estado de Pernambuco, en Brasil, a 54o kilómetros de Recife. Compuesto por 21 islas, sólo la mayor se encuentra habitada y es la que lleva el mismo nombre que el archipiélago. El resto conforma el Parque Nacional Marino, en el que está prohibida la presencia humana.


No resulta sencillo ni barato llegar a la isla, lo que la hace más exclusiva. Y además, cada visitante debe pagar un arancel a la administración local para la preservación del medio ambiente, y el importe es proporcional a la cantidad de días de permanencia. ¿Otro dato curioso? En este refugio natural -declarado Patrimonio de la Humanidad en 2002 por la UNESCO-, las autoridades aceptan solamente 450 turistas por día para resguardar el medio ambiente.

El archipiélago fue descripto a principios del siglo XVI por Américo Vespucio, y sucesivamente, estuvo en manos de ingleses, holandeses, franceses y portugueses. En la isla principal, que tiene 17 kilómetros cuadrados, actualmente viven unas 2 mil personas y quedan en pie construcciones coloniales. A su vez, según los lugareños, el Morro do Pico -de 323 metros de alto y que cambia de forma según la perspectiva-, los protege de todos los males.

Con sus aguas cristalinas y sus finas arenas, las playas de Noronha figuran entre las mejores del mundo. De noviembre a marzo, las playas de Cachorro, Conceicao y Boldró son las preferidas por los surfistas, ya que sus olas pueden llegar a los 4 metros de altura. Entre las quince playas del litoral se destacan Baía do Sueste y Atalaia con sus aguas calmas. ¿El tiempo? Es ideal, con una media de 28 grados.Paseos en buggie, pesca mar adentro y excursiones en lancha para ver danzar a los delfines son otras opciones en Noronha. Un destino de privilegio.

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